Celebrando el primer Día Mundial de los Glaciares en el Marco del Año Internacional para la Conservación de los Glaciares

El pasado 21 de marzo Naciones Unidas declaró por primera vez el Día de los Glaciares, dentro del Año Internacional para la Conservación de los Glaciares. Estas iniciativas se enmarcan en la necesidad de llamar la atención a políticos y a la ciudadanía de la preocupante evolución que están mostrando los glaciares, y la importancia […]

Nacho López Moreno | Investigador del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC
28/03/2025

El pasado 21 de marzo Naciones Unidas declaró por primera vez el Día de los Glaciares, dentro del Año Internacional para la Conservación de los Glaciares. Estas iniciativas se enmarcan en la necesidad de llamar la atención a políticos y a la ciudadanía de la preocupante evolución que están mostrando los glaciares, y la importancia de los impactos que pueden causar su degradación. 

El Servicio Mundial de Seguimiento de los Glaciares, recopila datos sobre la evolución de miles de glaciares en todo el mundo desde 1950. Desde entonces solo durante cinco años los glaciares han permanecido relativamente estables, mientras que en el resto se han registrado pérdidas. La explicación a esta evolución es el incremento de las temperaturas que está afectando al planeta. Por ello los glaciares están reduciendo su tamaño o llegan a desaparecer totalmente (ver como ejemplo https://glaciercasualtylist.rice.edu/). Glaciares en el Himalaya, el Karakorum, los Andes, la Patagonia, las Montañas Rocosas, Alaska, los Alpes, y otros lugares icónicos como los hielos del Kilimanjaro, entre muchos otros, están atravesando este proceso.
Un estudio reciente indica que, entre los años 2000 y 2023, los glaciares de montaña (excluyendo Groenlandia y la Antártida) han perdido de media 280 billones de toneladas de hielo al año. Esta cantidad anual equivale al consumo de agua de boca de toda la población mundial actual durante 30 años. Se estima que, para 2100, se habrá perdido entre un 25% y un 55% del hielo glaciar actual. En los Alpes, por ejemplo, se podría perder hasta el 75% del volumen de hielo actual. Estas pérdidas implican que muchos glaciares en todo el mundo van a desaparecer.


Las consecuencias de la desaparición de los glaciares son múltiples. Por un lado, representan una fuente esencial de agua dulce para cientos de millones de personas. Cuando un glaciar retrocede, inicialmente se incrementa el caudal de los ríos. Sin embargo, llega un momento en el que la disponibilidad de agua comienza a disminuir porque los glaciares son demasiado pequeños. La degradación de los glaciares también representa un peligro para las poblaciones de montaña. Su fusión puede dar lugar a la formación de grandes lagos represados ​​por materiales poco cohesionados, y en ocasiones estos represamientos se rompen, provocando inundaciones repentinas y devastadoras. Además, para muchas comunidades indígenas los glaciares son considerados espacios sagrados donde residen sus dioses y ancestros.
En el Pirineo, se encuentran los glaciares más meridionales de Europa, pero el calentamiento global los ha puesto en grave riesgo de desaparición. Al final de la última etapa fría alrededor de 1850, los glaciares cubrían más de 2.000 hectáreas. Para finales de 2024, apenas llegaron a las 140 hectáreas. Desde 1985, han desaparecido 51 glaciares y más de 700 hectáreas de hielo. Los 14 glaciares que aún quedan probablemente desaparecerán en los próximos 10 años. Además de la pérdida de un paisaje único, la comunidad científica perderá la oportunidad de seguir estudiando la valiosa información ambiental almacenada en el hielo.


El fin de los glaciares del Pirineo no implica la desaparición de su criosfera. Cada año, la nieve seguirá cubriendo sus laderas, y el permafrost continuará formando glaciares rocosos. Sin embargo, su degradación puede aumentar la inestabilidad del terreno y provocar desprendimientos, como ocurre en otras montañas del mundo. En el proyecto PERMAPYRENEES, investigamos estos efectos mediante geofísica, teledetección y sensores térmicos en profundidad y escarpes rocosos, para comprender mejor su distribución, respuesta al clima y evolución en un Pirineo cada vez más cálido.

"Al final de la última etapa fría alrededor de 1850, los glaciares cubrían más de 2.000 hectáreas. Para finales de 2024, apenas llegaron a las 140 hectáreas."

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